Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
En un club de jazz el público es músico. Hay músicos que entienden, que tienen esa llave. En un club de jazz hay placer auditivo, hay un viaje, un recuerdo de que el tiempo no son esas manecillas en un tic tac, puede ser un, tin tu poku, tin tu psss - tin tu poku, tin tu psss.
Hay otro lenguaje, uno es medio felino. En un club de jazz hay otra simetría, no en la decoración, a veces obvia, no en lo tenue de la iluminación, a veces obvia, no.
En un club de jazz uno se olvida de todo (si de verdad estás ahí) y hay un juego extremo que no te abisma y un abismo que no te extrema. No hay peligro en las emociones, pero te inicias en otros menesteres, hay nuevas conexiones, hay, (la hay), sensualidad, si se quiere liviandad.
No me extenderé en tecnicismos jazzísticos, en nombres o en estilos, tal vez lo que admiro es la secuela, la buena secuela del jazz en escritores como Julio Cortázar, en las reminiscencias de la buena música que surgió después del impresionismo y cuando en 1900 llegó la “modernidad” para no detenerse. Entre tantas injusticias florece el blues y el jazz y dejamos de ser diatónicos (daltónicos) y nos volvemos cromáticos. Llenos de colorido.
Hay jazz, por cierto, en algún tipo de rock, en la música brasileña, en el bolero.
Chico Buarque, Tom Jobim, son jazz sin camiseta de jazz. Yo, yo soy jazzero, claro que lo soy, somos de pronto del club del acorde abierto. Hay salsa jazz, (Blades y Juan Luis Guerra) aunque el segundo más tonal.
Mi maestro Domingo Lobato era un compositor atonal, e inventó el método “Elementos Básicos de la Música Tonal”.
Yo me reivindico, no soy jazz, jazzeo, eso sí, pero me pregunto, ¿cuando pasó Jorge Estrada a ser un mago de las escalas inasibles? No es para tanto, lo melódico es como un manjar rico y conocido, pero el jazz, la nutrición verdadera, la que Mozart, Beethoven, Bach, Pachebelle, Chopin, Debussy, Rabel y otros añoraban y precedieron. No hablemos de Thelonious, de Ella Fitzgerald, de Diana Krall o de Charlie Parker, de lo que evocaba Alvaro Carrillo y lo que Silvio Rodríguez modulaba, lo que Pablo Milanés entonaba, lo que Chick Corea re inventó, latinizó y a lo que otros nunca accederán, la música jazz, porque en un club de jazz el público sí que es músico, sí que lo es.
Les dejo mis incursiones y tintes de jazz en esta canción que ya cumple sus treinta años “Miniblues 622”
Foto de John Matychuk en Unsplash