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Cómo decirlo

Cómo decirlo

Ofe

Mi madre ya no me reconoce por momentos, me empieza a perder en su memoria. Cree que soy una visita y de pronto me vuelve a tratar como su hijo y tratándome como a su hijo, me pregunta si ya se fue la visita que estaba ahí, la que escuchaba música con ella. Debo admitir que se siente como un vacío, una especie de crueldad recibida sin que la emisaria, mi propia madre, sea consciente de que está siendo cruel. Entonces me aguanto y le digo que no se preocupe, que todo está bien, que soy su hijo, sea como sea lo soy.
Nunca fue muy afectiva, pero sí una mamá muy mamá, no sé si protectora, si creo que una especie de guerrera, como una felina cuidando la casa con el coraje instintivo y voraz de una mamá hembra.

Panga

Me encontré a Carlos Ruelas, amigo de la familia, en las calles del centro de Topolobampo, me dijo, -ví que anduviste de paseo con el profe Erick y quiero decirte, que estuviste con la mejor persona de Topolobampo.
El profe Erick es, efectivamente uno de los hombres más generosos que conozco. Hace años, andaba triste por la pérdida de mi padre, me encontró en el malecón y me invitó a manejar su panga (lancha) a un paseo por la bahía y fue, curiosamente, la primera vez que manejé una embarcación, a pesar de haber vivido mi infancia, entre pescadores y mar.

Ofe

Se acuerda quien soy, porque me pide paraguas, quiere que compre paraguas en Guadalajara, me dice, -como me los has comprado, de tela de raso, de doble forro. Se acuerda de eso, recuerda que canto y luego me desconoce, desconoce mi modo, quizá me he hecho muy citadino, con otras costumbres, me pregunta una y mil veces, que cómo conocí a la gente del puerto y le digo que soy de ahí, me pregunta si tengo hermanos en Guadalajara y luego vuelve a perderse, ella tiene de pronto extraviado el recuerdo de cuando me tuvo y luego me lo platica a detalle, me platica que tuvo a un Yahir, como si yo fuera otro, me cuenta que llovía, me habla del parque agua azul, me habla del templo de San Judas Tadeo, de la humedad de la casa donde su recién nacido (yo) cuando se enfermó de la garganta .

Panga

Este abril, no quité por quince días, mi atención a mi madre, La Ofe, le digo yo, La doña Ofe. Solo por motivos de trabajo, en tres atardeceres que me fui a cantar a un restaurante, me ausenté de esa bella obligación de estar con mi señora mamá. Otra ocasión, necesité un tiempo de hacer compras y encontré al Profe Erick, quien amablemente fue a mi casa con Mariza, su pareja, llevaron un riquísimo estofado y un empapelado de pescado que pudiera comer mi madre. Por si fuera poco me llevaron a conducir la panga, esta vez con volante y los llevé a tres mil millas, me enseñó a orientarme con las bollas rojas y verdes, numeradas por par e impar y que te llevan por el canal alto, librándote de caer en bajos y quedar varado. El mar, indescriptible y vasto, en un espectáculo de paraíso, con tanto azul entre cielo y mar, que se engalanan con parvadas de aves marinas y aves solitarias que se clavan con fuerza en el agua.

Ofe

Cierto es que mi mamá me desconoció, solo en chispazos, no es que me hubiera desconocido siempre, no era todo el tiempo que me desconocía, eran ciertas lagunas brevísimas, ese delirio de que yo era un cuidador o una visita y me lo contaba a mi, como si yo hubiera sido otra persona a la que confundió con otra.

Panga

Había escuchado que ya no existía la isla de Santa María, mi amigo, me llevó a constatar que existe, a desbloquear el recuerdo de mi infancia, cuando con mis hermanos acampábamos en esos médanos y yo, ya enamorado de una niña que posiblemente andaba acampando por ahí, en otro grupo de carpas, con su familia y solo la suerte, me haría verla, aunque mi mente y mi corazón solo querían verla. Ancló mi amigo la panga, iba el pequeño nietecito de Mariza que corrió feliz a un médano alto y se deslizó rodando.


La doña Ofe

De sus hijos, soy al que menos ve, tengo treinta años en Guadalajara, no estoy ahí en ese lugar en el que fui niño. Me ubicó siempre en su mapa mental y de pronto se extraviaba, no ha sido la madre más amorosa, está pasando por un momento de Alzheimer y demencia por la edad, se le olvida, por ejemplo que ya agarró la cuchara para el azúcar y toma otra, y luego divaga para ordenar sus movimientos, vuelve a calentar agua para café, cuando ya lo tenía servido.

Panga

Subí los cerros de arena y vi el mar abierto, el sol estaba hacia el Mar de Cortez, recordé, cuando de niño, enamoradillo, cantaba solitario la canción de Pablo Milanés “qué casa te albergará, en qué esquina has de pararte, qué barrio recorrerás, para hallarte, qué vecino te hablará, qué compadre irá a buscarte, qué amigo compartirás, para entregarte, yo me quedo, con todas esas cosas, pequeñas, silenciosas, con esas yo me quedo…, qué mares han de bañarte, que sol te abrazará, qué clase de libertad, van a darte, yo me quedo”…

Era niño, había descubierto la trova, Santa María y el enamoramiento. Fuimos ya para oscurecer a ver al Hermoso, un delfín precioso, que terminó apodado y conocido como el Pechocho, esa es una historia que merece su propia narración, solo les cuento que el estresado animal, el cual decidió vivir solo y socializa con la gente y la gente lo visita y definitivamente se exceden las visitas ansiosas de que salga el cetáceo a dejarse ver y acariciar, se abusa de ello, del encanto del delfín, de avanzada edad, ese animal de mar, ya de tan visitado, se cansa, en esa habitad que eligió desde niño, es acosado y tal parece, según cuentan los que saben, qué hay días que ni se asoma, porque a veces sale con un palo que muerde en entre sus dientes, anunciando que no habrá convivencia, sin embargo le volví a cantar, aunque duramos un rato y de él, nada de nada, no se asomo y la tarde ya caía cerca del faro que ya giraba su haz de luz, no salía, canté, no salía y salió, solo a agradecer la serenata, creo yo y desde lejos se acercó un poco, cuando se auguraba que definitivamente no saldría, salió y se fue, después de regalarnos su paso y su presencia.

No me alcanzan gratitudes al profe Erick, a Mariza y su nieto, les debo la vida, el recordarme que he estado vivo en esos mares y que fui niño y el haberme distraído del estrés de cuidados a una persona mayor.

Ofe

Estuve ahí durante en casa materna, durante quince días cuidándola y conviviendo todos los días, como no había convivido por muchos años conmigo, debió haber sido para ella algo distinto y esperemos que no empeore, por ahora son momentos, flashazos, en que se pierde de sí misma, pierde un lapso de su propia vida, y hay que entender, saber que no es propiamente olvido, son circuitos y neuronas que no se conectan y hay que darnos amor porque somos, recordemos o no, somos parte de lo mismo.
Solo el amor es la explicación de que Ofe, me despidió con llanto y diciéndome que vuelva pronto y preguntándome cuando regresaré. Mi madre, la que nació en primavera en un mes de abril.


Este viento me -bien trata, no me maltrata.

El mar, el canto inmenso de cada lugar del mundo tampoco.
El mundo canta, en el silencio, el mundo da y da de sí como una fuente hacia sí misma.

Me tratan bien esos colores
lo único que me dice la belleza (muy amorosamente) es -cállate
si has de hablar que sea cantando
si has de intervenir, ve a la armonía

No maltrates el aire, no maltrates el mar, con tus ideas.

La humanidad se cree muy de ideas y qué estorbo somos
son convincentes o irritantes los argumentos
de Babel enlenguado en argumentos.

Por eso de niño luché por ser alguien y era ya un niño
inducido por la ignorancia de los grandes que se tragaban esos cuentos
y yo, ya era un niño, muy alguien y más alguien que yo mismo.

Por eso de niño quise estudiar (y fui muy malo en eso)
quise ser lo que soy
y soy muy bueno en eso, como todo.

Cuando no me maltrato como el aire, como el mar
como la noche estrellada, como eso que es
y que no sabemos,
para qué queremos saber

cómo decirlo.

Feliz domingo. Mando mi cariño y gracias por leerme. Les dejo mi canción “Ave de río y de mar”

Ave de río y de mar

 

Acerca del autor
Cantautor, es uno de los representantes más notables de la nueva trova mexicana. Como solista ha grabado Disímbolos, Acerca de soñar, Una cascarita en directo, Plural Espejo, Así, Hay un hombre que camina y Canto Nuevo para Niñ@s.
Cuenta con un libro de narraciones donde muestra, en tono autobiográfico, el paisaje de su natal Topolobampo, da conciertos y giras, realiza actividades educativas y musicales para la niñez, escribe música para teatro y se mantiene activo con diferentes enfoques y dedicando su vida al arte.