Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Todo es tiempo pasado, agua pasada, lunas de ayer, lluvias que fueron.
El presente es pasado, dice un observador del cielo, pues con su telescopio ve astros que ya no están y la luz que llega del sol, hace ocho minutos, es que ya fue y ahora la sentimos como presente.
Todo tiempo presente debería ser mejor, amar el respirar, el ser, el amanecer, los ciclos, el tener albedrío.
Cuando tengo tiempo libre, me enfado de la tele y digo, ¿por qué tengo que recetarme lo que una televisora impone en contenidos? ¿Qué quedará de mi si consumo esa imagen rebotando en destellos en la pantalla, con siempre y siempre, contenidos de muy baja índole moral, cultural y nada nutritivo para el pensamiento? (Aunque el discurso de ellos es la “buena moral”)
Entonces, pienso en el tiempo, el por qué añoramos la niñez, la adolescencia, ¿será porque dejamos de ser niños? perdimos a ese niño y eso, debería ser vergonzoso.
Madurar no es claudicar.
Mis ídolos musicales, ya están grandes, Silvio Rodríguez, Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Joaquín Sabina. Algunos ya murieron, Cesárea Evora, Luis Eduardo Aute, Noel Nicola.
Los que están vivos tienen diez años más que yo (y ya estamos grandes) a veces Pedro Guerra, a veces Jorge Drexler, siempre Fito Paez.
Diez años menos (andan por los cuarentas) Ampersan que me gustan y otros, que me gustan más, cuando eran lo que eran, no lo que andan intentando ser.
Se piensa que los artistas pasan por su espiral creativo, es decir, por el pico máximo de creatividad y es, (algunos afirman) a cierta edad y yo, tengo mis dudas y observaciones, también creo que la apreciación del escucha, deja de ser joven o apta y entra en esa apatía, de atender nuevas obras y por ello, hay un romanticismo con el pasado.
Por ejemplo a Silvio Rodríguez, cuando lo escuchaba, me ponía a trabajar para entenderlo, no era fácil y luego se cumplía la conquista, aquellos discos de “Causas y azares” o “Mujeres” eran para clavarse, porque al ser propositivos, el oído tenía que entender ese lenguaje. Me da la impresión, que el público una vez habiendo dispuesto de la paciencia de entender e iniciarse, no vuelve a disponer de esa energía y lo peor, no se han dado cuenta que han perdido el ritual del buen escucha, sin embargo hace poco escuché un disco nuevo de Silvio (ahora persona mayor) con la misma calma de cuando yo era joven y descubrí que ahí está ese Silvio.
Serrat, sonaba totalmente magistral en aquellos álbumes que son clásicos, que todo el mundo debería consultar, su barroco, su poética, su innovación, que ahora no entienden como tal.
Caetano es joven en su música, digamos audaz y alguna vez pensé, si llego a vivir más años, quisiera tener un poco de la actitud de Gilberto Gil o Mick Jagger, quien sabe, pero el caso de Chico Buarque es el que más me asombra, nunca dejó la complejidad y belleza de su obra y cada canción de él es irrepetible, aún a su edad, no claudica y sigue sorprendiendo con arriesgadas formas y textos, es un cerebro privilegiado.
Sabina, yo intenté pisar el acelerador, pero veo que él ha bajado un poco la intensidad, como es normal, pero qué grandiosas letras acompañaron mis tiempos y nostalgias y yo también quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Ahora, debe haber nuevas voces o propuestas interesantes, oigo sin arraigo, por decirlo con imagen, arrancándome la raíz del contenido y sabiendo que inevitablemente la música ha cambiado, y ha olvidado que se puede ser canción con contenido, quizá a un Aristimuño, quizá a Rosalía (loable Rosalia, para algunos injustamente falaz) quizá y debo creer que alguien o algunos tomarán la estafeta de una canción que diga, que vuelva a decir lo que se encuentra y no lo que se busca.
A mi que me pongan canciones que me cuenten, que me hagan sentir, pero no hipersensibles o esas que llaman trova con una forma de balada o pop “apantalla fácil” que siguen ofreciendo lo mismo que las vitrinas del mercado, manoseado y dominado por quienes dictaminan las tendencias, que casi siempre es un parámetro de números, que multitudes van y consumen y en la música se disfraza de “culta” con un suspiro eterno por colarse entre los punteros de ventas, de parte de los suspirantes y es una hipocresía clasista, que lejos de cualquier compromiso social, ungüentan a los gigantes empresarios, que a su vez, atolondran el gusto popular.
Es ahí donde mi oído, quizá de antaño, no tiene la paciencia para esas obras exacerbadas de pugiditos y rítmicamente monótonas, porque esa modernidad, me parece más que nueva, primitiva, sin nada que decir más que su beat y su afán de estar vigentes.
Madurar no es claudicar, viva el presente, que ya se fue, ya este texto lo leíste y quien sabe qué te deja, es lo de menos, ya se fue.
Mejor recibe mi abrazo PRESENTE.
He dicho.
Les dejo mi canción Pirata.