Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Las ciudades son un acelere que duerme poco, la histeria y el estrés concentrados en una zona urbana, las zonas metropolitanas de las ciudades cada vez son más la unión de municipios, municipios, que antes eran rurales y ahora son complejos habitacionales que hacen función de dormitorios. “Vivieron en cualquier ciudad, todas se llaman ansiedad” cantaba Sabina y efectivamente, ansiedad por las oportunidades, por el intercambio cultural, por el movimiento y las opciones que a aparentemente se concentran en las ciudades, por la frustración a veces y por los logros y la sempiterna competencia, el eterno “yo llegué primero”.
Tengo muchos años viviendo en Guadalajara, cuando llegué de Sinaloa (recién salido de la prepa) pude ser parte de esa vorágine, aquí hay un mar ausente, miraba el cielo nocturno pensando (estoy en Topolobampo) para cobijarme de estrellas y ese desamparo inicial me duró bastantes años. Me recuerda a los preescolares que los dejan por primera vez, lejos de mamá y papá y lloran desconsolados ante un mundo que no conocen y se enfrentan de golpe, así sucede con el adolescente que aún habiendo tomado la decisión de emigrar de ciudad, lo único que posee es valentía y un morral de nostalgia.
Corría el año 2006 aquel domingo que regresábamos en automóvil con la familia de casa de mis suegros,
cuando nació el texto que les voy a compartir.
Ya con muchos años de arraigo en Guadalajara y no dejaba de extrañar Topolobampo, Los Mochis, aquella vida que fue parte de mí. Amo Guadalajara, aunque me tardé en aceptarme en esta ciudad.
Hay espejismos difíciles de explicar en un texto, pero es importante, creo tratar de ser claros en esta prosa libre, con un rigor sincero por lo menos. Decía espejismos, uno se conmueve cuando vuelve a la infancia, ahí está todo, ahí están esas brechas, esos cerros, esa magnificencia silenciosa, esa nostalgia solitaria de los camiones, de los mercados, de la gente, del tono de hablar, la tonada que vuelve a la lengua porque fue la lengua materna, así se hablaba cuando vivía Joel mi hermano, así cuando vivía Rubén y así cuando vivía Manuel, mi padre y así se sigue hablando por aquellos lares entrañables.
Fue lento y silencioso el amor a Guadalajara, acá tengo raíces nuevas, mis hijos, una historia. Antes vivía en una especie de encrucijada emocional, entre la nostalgia y una ciudad que necesitaba entender y necesitaba para crecer y prender.
Retomando: una tarde de domingo, año 2006 regresábamos de viaje familiar desde un municipio aledaño, donde radicaban mis suegros y lleno de nostalgia, quería escribir algo, pero iba manejando. Entonces le dije a Bárbara, mi esposa, ayúdame por favor, escribe lo que te voy a dictar. Ella tomó unas hojas y pluma y escribió el siguiente texto que recité de la nada, desde el corazón tal vez y mientras veía la ciudad que atravesábamos en un letargo dominical:
He visto la ciudad latiendo
bajo árboles inmensos esquinas solitarias
he añorado la nostalgia en zaguanes
y he visto a señoras de luto intentando abrir una puerta
me han dolido anuncios y carteles de escaparates rotos
con letreros tan distantes, tan ajenos, desolados
he amado en el domingo largo de calles de fantasmas, de fútbol y estrellitas
de largas horas largas, largas horas, largas horas largas
me he detenido a mirar las terrazas con macetas de helechos
los cines, las aceras, los balcones, la llovizna en el concreto
He reconocido el cruce de las calles
la esquina certidumbre cuando el silencio
he amado esta ciudad ajena a todos
como un muerto que asiste a su sepelio
y se mira y se llora y se burla y se reza
he tocado el viento tan inmenso de mayo entre las ramas
y en Ávila Camacho y Tolsá se ha vuelto noche
y he querido ser de una familia simple que camina
y va desde hace siglos a la iglesia y al parque
he sorteado los faros de patrullas nocturnas al acecho
Camino, soy alguien
entre otros que se miran distantes a sus vidas
extraño taciturno entre las calles
que me tienden una alfombra de mentiras
pasa el tiempo, prenden faros duermen sombras, sombras
extrañas sombras vagas, vagas sombras
Sombras
Este texto se convirtió en canción, canción que pueden escuchar por ahí, en todas las plataformas y con mucho cariño la comparto este domingo.
El vals de la ciudad (Spotify)