Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Nos felicito. A los padres que se ocupan, nunca se es del todo perfecto, los había los inquisitivos, los que nunca estaban, los que estaban de más y “demás” los que han querido rellenar un tiempo que se fue.
A ver, pongámonos serios, qué esperan de un padre, ¿qué esperamos? Sospecho que ser un buen padre es ser un buen ser humano y ¿ser un buen ser humano bajo qué parámetro? ¿queremos un mártir? Ser un buen ser humano es, supongo, ser bueno con uno mismo y por ello con el entorno y ni modo, eso lleva en sí prueba y error y la vida se aprende hasta el último instante de vivirla.
¿Qué clase de manda, suplicio, trauma, frustración quiere llenar un padre?
Los cuentos cuentos son, las moralejas también. El padre es un prójimo, fue hijo y tiene sus detalles, sus defectos, sus virtudes.
Nunca ver a los hijos como sujetos libres es igual de grave que nunca ver a los padres como sujetos libres, pero sí, algunos nos cansamos de dar mal ejemplo, los había bravucones, los había aquellos de reglas y patriarcales, los había acartonados, los había los que eran “amigos” (o lo intentábamos) de sus hijos y los que eran simple y llanamente compañeros.
No vienes de mi vientre, no soy tu madre, yo, apenas puse una semilla y parecemos confundidos con quitarle y darle valor a una semilla, ¿qué es más importante, la semilla o el fruto? No tengo las respuestas, pero el fruto se ha regado, se ha cuidado, la semilla fue un acto que debió ser sagrado en su germen y si no lo fue, nunca es tarde para “hacer sagrado” que es la etimología de sacrificio y no refiere a sufrimiento si no a dedicar espiritualmente un acto humano y carnal. ¿Qué es más importante el sembrador o el fruto? Siempre el fruto que una vez fue semilla y quizá será sembrador.
Una canción, de esas que son mi onda, del género cultural y que no oyen todos (y no hay ningún acto de gloria en esta afirmación, solo verdad) una canción de Cacho Ducanced que en paz descanse, decía:
“Que mis hijos por el mundo con sus ojos vayan viendo, qué dolor tuvo la historia, qué color tiene su tiempo, ojalá que siempre vuelquen una risa por remedio, para que nunca se tomen esta vida muy en serio”.
Este día del padre y todos los días, ¿para qué nomás un día? regalen a sus padres y si me leen mis hijos ahí les encargo, dos cosas:
Una: el mejor amor a sí mismos. El amor propio va un paso más allá, es la aceptación incondicional de nuestro ser. No depende de quién somos o qué hacemos. Amarte te libera. En ninguno de los casos estaremos hablando de sentirte superior a los demás, mucho menos sentirse menos.
Dos: si ya son adultos, la comprensión de que semilla ya fueron, ahora son fruto y su padre los ama y es un individuo que hizo y hace lo que puede, le gusta vivir y ser escuchado, perfecto no es, ni pretende que ustedes lo sean y párenle de contar, se las pongo muy fácil.
En esas dos peticiones va implícito el clásico: cuídense mucho.
Eso es amor. ¡Salud! a todos los padres, incluyéndome, ¡cómo no!
Foto de portada: Parizan Studio en Unsplash