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Presente

Presente

Trascender es presente. En el sempiterno problema de vivir (que no es problema), el presente es curativo. Somos recuerdos, cierto, somos hoy algo nuevo que no vemos y cuando vemos lo nuevos que somos, nos trascendemos. Hay que estar atentos. Atentos y relajados, accionados no ajetreados.
De las más bellas acciones: la acción de escuchar es magia. Escuchar es amable, escucharse permite escuchar. Cuéntame, cuéntame algo, qué amable eres al contarme algo, cualquier cosa, que quieres ir a Venecia, por cierto mientras me lo decías yo pensé en Thomas Mann y no te lo dije, porque quería escucharte y pensé, adelante se lo digo y no fue necesario, porque había más en tu plática.
Estoy aprendiendo a mi (no corta) edad, el acto generoso de escuchar.

Saber recordar, saber recordar escuchando, saber escuchar un recuerdo, no martirizarte del recuerdo, los recuerdos son cuentos, el anhelo de ir a Venecia es un boceto de cuento. Recordar es un don, cuando se sabe tratar al recuerdo, porque olvidar es de alguna forma extraviarse. No hablo de extraviar las llaves, unos lentes que se te caen en plena expedición de un alto cerro. No. Esos olvidos si son pesares que ponen a prueba el desprendimiento, el sano ejercicio de soltar. Extraviar un hecho de tu vida, (tampoco digo recordar cuando tomamos agua de limón en una jarra con dibujos de flores) extraviar que tienes hijo, hija, su nombre, es un extravío leve de sí mismo.
García Márquez, dicen, padeció Alzheimer en sus últimos años de vida y curiosamente, escribió en Cien años de soledad, sobre el mal del olvido que sufrió Macondo, donde los habitantes tomaron medidas y ponían letreros “El letrero que colgó de la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche.”
Cuando despertaron de ese terrible letargo de olvido, después de beber la pócima, medicinal que les diera el gitano Melquiades, hubo cierta sensación de ridículo al ver los letreros.

Entonces olvidar es extravío (aunque sea por enfermedad) un extravío al que somos definitivamente susceptibles.

He de recordar, a mi hermano y mi hermana, al héroe Edgar que cambia la bolsa de colostomía, superando cualquier incompetencia, miedo o cobardía de ver y hacer algo mal, he de recordar su amabilidad conmigo. He de recordar a Francis, que me esperó en la central con un calor de a deveras y que mi camión sufrió demora, su amabilidad. He de recordar que logré cantar y sintonizar con amor, con el público de bar que tanto me aterraba, porque me di a la tarea de escucharles, de escucharme y que no gane el ruido para dar armonía en el ruido y que al final, me abrieron sus oídos y su fiesta que también fue mía.
Por hoy he de recordar, si olvido, sin mi, hay quien tendrá presente y quien atienda el presente, puede que tenga futuro.
Habrá un presente si un día me voy, cuando suceda y aunque esté presente y no me haya ido, toma el presente y ámame en él.

Nota final: estar presente, vivir presente es gratis y resulta bueno, si podemos hagámoslo, aunque por momentos se nos olvide.

Buen dominguito y les dejo esta canción “El baúl” con Mauri Ele Huex Música: Mauricio Díaz Hueso, letra: Yahir Durán

El baúl (Spotify)

El baúl (Youtube)

 

 

 

 

Foto de Theo Bickel en Unsplash

Acerca del autor
Cantautor, es uno de los representantes más notables de la nueva trova mexicana. Como solista ha grabado Disímbolos, Acerca de soñar, Una cascarita en directo, Plural Espejo, Así, Hay un hombre que camina y Canto Nuevo para Niñ@s.
Cuenta con un libro de narraciones donde muestra, en tono autobiográfico, el paisaje de su natal Topolobampo, da conciertos y giras, realiza actividades educativas y musicales para la niñez, escribe música para teatro y se mantiene activo con diferentes enfoques y dedicando su vida al arte.