Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Es un álbum en torno a Ricardo Yáñez, mejor dicho, a su quehacer como artista, su poesía y su faceta musical. Este disco está cumpliendo veinte años y le dedicaré esta reseña, que es una especie de ficha técnica, (desde mi visión) con algunos pormenores, que a la distancia de veinte años, puedo escuchar también como melomano, desde el ángulo musical del buen escucha o como quien ve un ave volando libre, sabiendo que hace cuatro lustros estuvo en nuestras manos.
Participaron: David Aguilar, Héctor Aguilar, Saúl Aguirre, Mireya Aldana, Zindu Cano, Ernesto Cano Lomelí, Ernesto Cano Martinez Nirl, Hannia Contreras, Vico Díaz, Yahir Durán, Alan Durán Merchant, Claudia Yuridia García, Kevin García, Alma Rocío Jiménez, Denise Montiel, Salvador Ojeda, Gerardo Peña, Alejandro Pineda, Otsagua Rochín, Celia Torres, Carlos Varela, Carlos Vázquez, Jaime Yáñez, Ricardo Yáñez.
Quizá en agosto, letras y música de un taller.
Trino, es un tema de 41 segundos que abre el disco, con la flauta de Ricardo Yáñez, para de inmediato juntarse con el segundo corte, Pinté un pajarito verde, un coral con música de Ricardo Yáñez y arreglo coral de Kevin García. Recuerdo a Kevin, que me llamó para darle orden a la dirección del tema y nos pusimos manos a la obra, ya que requería de ese cause que permite las intensidades y silencios, para dar sentido a un tema tan bello y arriesgado en disonancias, arreglo hermoso de Kevin. Se sincroniza el trabajo en equipo, hay cierto orgullo al escucharlo tan bien logrado, tan acabado, valieron la pena absolutamente, aquellas discusiones y enconos que son quizá, parte del trabajo, un trabajo riguroso, que inicia con canto del creador del poema (y de todos los poemas y el artífice de este disco) después se unen en este tejido muy contemporáneo, las voces de Zindu Cano, Alma Rocío Jiménez y Celia Torres, tres voces privilegiadas, con colores muy distintos entre sí, un deleite. El poema plasma contundente, los colores de la bandera mexicana. Es un disco conceptual, que te va llevando por un viaje de sorpresas y hallazgos.
Suena enseguida el udú a manos del virtuoso percusionista Héctor Aguilar, con el bajo constante en notas pedales y una figura de guitarra eléctrica a modo de coro, el tema es Que no es tristeza, el primer dibujo de la lira eléctrica lo desarrolló David Aguilar y después retomó Kevin García, esta canción con música y arreglo de un servidor contó con coros al inicio ejecutados por Zindu y Alma Rocío, se trata de una especie de fiesta melancólica, reiteración del poema que con palmas y notas de bordado en ostinato, van haciendo del tema una canción muy experimental, desvaneciendo después toda la cama de armonías para quedarse con percusiones y palmas repitiendo “que no es tristeza, que es amor, que está cantando su laurel florido y dos tres pájaros en la neblina, solo del dolor, que no es tristeza, que es amor”
Ya entrados o iniciados en el viaje, viene un poema llamado Tamo con una introducción a dos guitarras, en seis octavos, co-arreglo también lleno de sincronía, junto a Kevin García y Yahir Durán en un ensamble acústico, dando paso a la magnífica voz de Alma Rocío. Esa canción, música de un servidor, es un sueño musical cumplido por su hechura y su forma.
Giro la perilla abro el siguiente poema de Yáñez con la música de David Aguilar, donde su juntan en una especie de canon, geniales las voces del propio David y Kevin. Siempre propositiva la música de David, con un arpegio en una cadencia bastante original y bella, parece una música que nació con el poema, que el poema nació para esa música y el resultado de ambas maravillas se resuelve magnífico.
En esta parte del viaje ya estás enganchado, es cuando inicia un tema totalmente distinto en su musicalidad yéndonos a la extraordinaria tradición, del son, de la décima con Cantor de oficio a cargo del gran Jaime Yáñez, respetado repentista y cantor, el contrabajo de Saúl Aguirre, guitarras y jaranas a cargo de Kevin.
Quizá en agosto, tema que da título al álbum, este poema de Ricardo es una belleza también en canción, con la minimalista y al mismo tiempo contemporánea musicalidad de Kevin García, es una canción grande, porque jugando en modulaciones y armonías es muy pegajosa, la tararea el oído, se queda en la memoria, no obstante su arquitectura melódica, bastante sofisticada.
La cajita uno con y de Denise Montiel, es la canción original de todas las variantes que he venido haciendo de este tema, confieso que unir mi voz con Denise y las composiciones, fueron magia y conexión única en mi vida, nuestros corazones y timbres empataron con exactitud amorosa, el arreglo vocal en común con Montiel y un servidor, son testigos del inicio de esta bella canción. La fuente de la voz aprendizaje de taller, exploración que deja ver un trabajo didáctico del sentido artístico, que surge del rigor y dirección talleristíco de Ricardo Yáñez. La brújula es el encuentro colectivo con la propia voz, que a su vez escucha y viaja en un cuerpo sonoro y el viaje se logra, en una especie de creación conjunta, espontánea, que el maestro propicia para que cada uno sea, (sin ser más, ni menos) esa fuente de voz y libertad, que genera experiencia vocal que baja, sube, da miedo, es catarsis que juega, se expresa y sensibiliza.
Como quitando toda solemnidad, enseguida, suena desenfadada Emborráchate por mi, arribando algo cabaretera, la canción con letra y música de Ricardo, es cantinera, algo jazzeada, con el clarinete de Zindu, la batería de Salvador Ojeda, el bajo de Vico Díaz y la guitarra de Kevin García.
Enseguida La cajita dos un bellísimo tema con una música que evoca las melodías celtas, con las voces de Ernesto Cano y Zindu, padre e hija y en percusión de Nirl (hermano de Zindu e hijo del maestro Cano) es una variación en versos, del poema con la misma precisión poética del poema primero, música del maestrazo don Ernesto Cano Lomelí.
Danza y lamento, música de Víctor Martínez, se escucha cuando el álbum ya está en la más bella profundidad, viene un recitado de Ricardo y un guapanguito, con las voces de Cecilia Torres, Violin de Alejandro Pineda, Carlos Varela en la percusión, Carlos Vázquez al piano y Kevin en la guitarra. El violín suele escucharse muy humano, algo rústico en la cuerda y las manos para dar paso a la voz profunda, (profundísima) de Celia Torres y Carlos Vázquez haciendo tercerita.
Tris tras, es un poema corto, que en voz y composición de Alma Rocío Jiménez, tiene ese peso crítico que el poema logra, el corte de las alas, de los sueños, de los pensamientos, de los talentos, con coros de los entonces niños Hannia, Alan, Claudia y Guido, los teclados fueron ejecutados por la propia Alma Rocío y el contrabajo por Kevin.
Hay tantas versiones de La llorona, esta no es una más, es la versión, la versión por excelencia, las voces de Alma y de Ricardo logran una interpretación con tal colorido, que se torna novedosa, no puede ser monótona, ni es pretenciosa, ya que es pura música (o música pura) donde suena un arpa, en los dedos de Jaime Yáñez.
San Pedro bendito, es el único poema que no es de Yáñez, es un poema de Alfredo R Plascencia, musicalizado por el propio Ricardo Yáñez con las voces de Gerardo Peña y Ricardo, es una canción tan afortunada, que parecería que nació de la tradición de los pueblos, de las peregrinaciones, del sufrimiento melancólico que se refugia en la fe, de los misterios del Jesús pescador, multiplicador de peces, de la melancolía mundana de Pedro, de lo mundano que somos, ante la ternura del ser amoroso, iluminado, que va remando o acompañando el llanto de su fiel y temeroso discípulo. Se oyen campanas, se oye un coro pueblerino de la muchedumbre y el peregrinar con sombreros y rebozos rumbo al altar.
Aquí uno ya no sabe si se es la misma persona, que empezó a escuchar el disco, llega la voz de Denise Montiel, cerrando el álbum con las guitarras de Kevin y Denise Montiel, la música de Denise y el acople vocal de un servidor, El agua no es el agua “es la música del agua” luego, cargada de medios, como una radio antigua, Ricardo Yáñez melodiza, quizá en agosto y con un tono algo ritual y sobrio, imantado, hipnótico o casi fúnebre un poema, especie de réquiem, Ricardo pronuncia un momento finale, para escuchar quizá imperceptible pero fuerte, un acordeón que remata emulando la melodía popular “quizá, quizá, quizá”
Le comentaba a Ricardo Yáñez, (tengo algún tiempo haciéndolo), por qué no subimos ese álbum para que lo escuche quien guste y no obstante a que no manejo mucho la tecnología, le dije hace unos días, tal vez lo pueda subir yo, es por eso que puse este álbum desde mi cuenta de artista y no fue posible, en la configuración y administración de artistas, quitarme, solo añadir más desde la fuente (y ya en los metadatos se pudo) agregar a los que cantaron en feat, omitiendo músicos y magnificas colaboraciones de al rededor de 29 artistas extraordinarios que participaron en este álbum. Me dijo Ricardo Yáñez, súbelo, eres co director, nada más pon al director Kevin García que encabezó este trabajo realizado por los tres, con César Herrada en los controles y Gerardo Peña y un servidor en la mezcla.
Disfrútenlo.