Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Un niño de cinco años recuerda, con alegría de recordar, ciertos recuerdos.
Todos estos pleonasmos no tienen otro modo de decirse, sí los hubiera, habría que dedicar algunas cuartillas a ello y es así, Zaid, levanta la mano y dice emocionado que sabe algo y hace asociaciones de ideas complejas para su edad, es un chico sabiondo.
Angel es lo opuesto, él apuesta al olvido y en el presente se evade del presente, con sus cinco años, se avienta al suelo a mirar el techo, seguramente se ve en un infinito, mientras los otros cantan o juegan, él, apenas ayer, estuvo llorando en toda la canción dedicada a su papá, que por cierto, llegó tarde a esa demostración de amor que habían planeado como detalle, con motivo precisamente del día del padre.
Cuando niño, no tuve mucha conciencia de ciertas cuestiones tal vez inútiles, que concientizan los adultos, por ejemplo ahora pienso que mi círculo social, está hecho de personas, que aunque disímiles, pertenecen a cierto lugar en la productividad. iba, de niño, por ejemplo a la ciudad y veía un mini Volkswagen y creo recordar un Mini Cooper (para dos personas, pequeñísimo), en cocheras de ciertas colonias, entonces pensaba, aquí los ricos y nunca pensé ¿dónde los pobres? no me sentía pobre, no lo era tal vez, sin embargo, algunas compañeras de secundaria me parecían muy establecidas económicamente, al pasar por sus casas, ya que a diferencia de mi familia, estaban asentadas con cierto nivel, ya que nosotros habíamos sido un poco nómadas.
Ahora vengo caminando por el centro de Guadalajara, veo a tanta gente diversa, con algunos puntos comunes como este cielo, este calor inclemente, en esto que es (y todavía no es) un recuerdo.
Antes salí a prisa de un lugar y olvidé un ukelele y un cuaderno de garabatos que hago como apuntes diarios, tanto en lo práctico como en lo poético, es un mapa de cartografía cronológico, que quien lo lee, no entiende un pepino, es mi propia taquígrafa, de ahí a este tiempo que describo hay un infinito, porque cada cabeza es un mundo y el ángulo tanto de emociones y pensamientos que voy hilvanando no conducen a abarcar un fin, es como un granito de arena, en este in cuantificable tiempo arenoso y la distancia en la que conduzco y voy hablando dentro mío, es como una voz que, sin ser audible puede aturdir, cantar, hacerme reír o sacar un tristeza.
Todo esto y ese olvido de mi ukelele y mi cuaderno, sería, vaya, para olvidarse, o sea, para el olvido, sin embargo aquí lo dejo plasmado, en este relato. Tuve que regresar al sitio donde olvidé esos artefactos y vi gente diversa, que tienen su propia historia, sus propios olvidos, sus propios recuerdos.
L@s niñ@s, no viven del recuerdo, algunos mayores sí, sin embargo estoy en una edad en la que llegan esas punzadas al corazón y veo toda esta gente y pienso, “la vida es bella” soy un espectador, alguien que es nada entre la nada, un envase de mi, de algunos recuerdos y de una mirada que busca la inocencia, la bendita inocencia de ver, ser, estar, aunque no sé si pertenecer.
Los amores que se van, los que han ido tejiendo este a veces heridoso’ presente, que en realidad ya se está yendo, como un suspiro.
Mi padre. Lo recuerdo bien, lo quise hacer un héroe en la concepción que de él tengo, nunca tuve duda, ahí estaba el héroe, quien boxeaba conmigo dándome oportunidad de no golpearme y luego yo, dándole oportunidad de no golpearlo, el papá presente pero distante, el papá sonriente, con sus consejos bien intencionados que a veces tiraban para el monte y su siempre sentido del humor. Creo que nunca le importó cómo lo vieran y tengo la certeza que lo veían como a un tipo a todo mecate, alegre y ocurrente, fuerte y detallista, de los que platicaban con el carnicero, con las muchachas que pasaban y tenía una ocurrencia para cada momento y persona. Mi padre, que un día me pidió un abrazo y ya eran sus últimos días, yo no quería ni creía que ya había de cumplir su clico en este plano, está, estuvo, fue infinito.
Todo es infinito y ¿por qué hablo de él? tal vez porque ya dio la vuelta un año de estos textos en Entornos y hemos llegado a otro día del padre, porque los Zaid y los Ángel de todas partes deben, debemos, tener unos buenos compañeros de vida, sus adultos deben ver todo el infinito que nunca verán, pero en ellos está, hacerles un buen presente, para que sea el mejor presente que pueda ser y para todos, lleno, pleno, de amor y de coraje, porque ahora estamos aquí y ¿mañana? alcanzamos el todo, el olvido ahí anda y somos infinitos, a pesar de la fugacidad, que en todo el infinito somos.
Gracias por leerme.
Abrazos y dejo aquí la voz de mi papá quien me enseñó la música y a hacer segundas con un oído absoluto, aquí grabado muy, pero muy rudimentariamente y se pudo rescatar.
Encontré estos audios de mi padre Manuel Durán
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